“La vida contemplativa. Corazón orante y misionero” 

“El alma Oblata tiene que romper las tapias del convento y surcar los mares y llegar hasta el último confín de la tierra con la misma caridad con que Cristo está presente, con su mismo Amor Redentor […] Desde el escondite de su vida “escondida con Cristo en Dios”, vacía de toda mira personal, entregado todo su ser en oblación “pro eis et pro Ecclesia”, sabe ir muriendo, es envoltura del Corazón de Cristo, para que ese “los amó hasta el fin” llegue hasta el último término de la tierra…»

«La oblata vive en Cristo y en Él ama a todas las almas. Es con su vida de oración y sacrificio como coopera espiritualmente para que la edificación de la ciudad terrena se funde siempre en Dios y a Él sólo se ordene.»

«La clausura nos permite vivir con libertad una vida recogimiento e intimidad orante, escondidas con Cristo en Dios.»

Sierva de Dios M. Mª del Carmen Hidalgo de Caviedes y Gómez