«La oración debe acompañar el camino de los misioneros, para que el anuncio de la Palabra resulte eficaz por medio de la Gracia divina.(…). A la oración es necesario unir el sacrificio. El valor salvífico de todo sufrimiento, aceptado y ofrecido a dios con amor, deriva del sacrificio de Cristo, que llama a los miembros de su Cuerpo místico a unirse a sus padecimientos y completarlos en su propia carne. (cf Col 1, 24). El sacrificio del misionero debe ser compartido y sostenido por el de todos los fieles». (Redemptionis missio 78)
LA ORACIÓN MISIONERA
“Sin que hablen, sin que pronuncien, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje” (ps 18, 4)
Tú cristiano, por el Bautismo formas parte de la Iglesia, del pueblo sacerdotal. Tu oración de intercesión es poderosa, porque eres Hijo de Dios y tu Padre Celestial nos ama infinitamente y es Omnipotente. Tu vida hecha oración y ofrenda unida a la Eucaristía se convierte en vida misionera, en cualquier lugar que estés, en el hogar, en el trabajo, en la enfermedad, ante el sagrario…
TAMBIÉN PARA TI, CRISTIANO, QUE QUIERES SER MISIONERO ACTIVO EN LA ORACIÓN:
«Únete constantemente, constantemente, al Sacrificio Redentor que se está actualizando en las distintas partes del mundo, de continuo; únete, y se hostia pura, ofrecida con y en Cristo, en oblación «pro eis et pro Ecclesia». Ten presente siempre ese mundo sacerdotal: el que está cerca y el que está lejos; el que lleva el don del Sacerdocio en unas alas de alegría y de ilusión, y el que lleva el don del Sacerdocio con peso, con dificultad, en lucha por conservarse fiel; el que titubea; el que tiene un campo de apostolado inabarcable; el que tiene… todos. Distintas edades, distintas circunstancias… Y que ese mundo sacerdotal te está reclamando». (cf. M. M del Carmen)