En la oblata el trabajo es un cambio de postura en la oración. No enturbia ni disminuye la tensión del alma en donde Dios se comunica, y el alma en Dios se pierde; en donde Dios se manifiesta en mirada de Amor, llamándola a intimidad.
Vivimos, como pobres, del trabajo de nuestras manos; y como almas consagradas, pendientes de la providencia de Dios.
Nos ocupamos de ordinario, en la confección de ornamentos y ropas para el culto divino. En el Monasterio de Moyobamba hacemos también hostias.